La puesta en marcha de la cultura emprendedora, en donde se facilite que los colaboradores de cualquier nivel pueden ser intraemprendedores o transformadores, es responsabilidad del máximo nivel de una empresa.
El máximo líder u órgano de gobierno debe tener claro y estar convencido que necesita implicar a sus empleados en la tarea de construir el futuro de la empresa. Es una decisión estratégica fundamentada en que en esta nueva época que nos toca vivir es imprescindible liderar la empresa de otra forma diferente para que sobreviva y se pueda seguir desarrollando.
Así, implementar una cultura emprendedora en una empresa es un proyecto de gestión del cambio, sobre todo en aquellas empresas con una mentalidad del “ordeno y mando” y donde el impulso emprendedor o transformador está en manos de una sóla personas o de muy pocas personas, y el resto ejecuta.
Por tanto, crear una cultura emprendedora exigirá en muchos casos que el máximo líder u órgano de gobierno esté dispuesto a transformarse y que sea por aquí por donde empiece el cambio: transformando o cambiando sus hábitos, sus maneras de pensar, el sistema de valores y criterios de referencia…. lo primero que hay que hacer es asumir que las cosas ya no van a ser igual. Para ello, el líder u órgano de gobierno necesita modelar un estilo de vida adaptable o transformador a las circunstancias cambiantes y ser capaz de aprender a vivir en un entorno menos predecible, más ambiguo y competitivo.